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miércoles, 17 de julio de 2013

Dexter y la simpatía por el diablo




El cambio en la ficción televisiva del S. XXI ha tenido y está teniendo varios exponentes claros que van evolucionando con el paso de las temporadas: el papel de la mujer, los cambios de formato en la sitcom… y la figura del antihéroe. Quizá sea por el cinismo de una audiencia que mira con recelo a los personajes moralmente incuestionables o simplemente por el hecho de que un antihéroe tiene más potencial para resultar un personaje complejo y atrayente, pero la proliferación de este tipo de protagonistas en series de todo tipo está incluso dejando de habitar únicamente en los títulos de calidad o pensados para público más minoritario y exigente.

No es, sin embargo, el caso de Dexter Morgan (impresionante Michael C. Hall), protagonista absoluto de un drama de cable americano adulto y explícito ya desde su incómoda pero brillante cabecera. ‘Dexter’ ha explorado durante siete años las diferentes caras e influencias de un personaje de estas características y esta semana ha empezado la octava y última temporada, en la que finalmente se enfrenta a un destino que parecía irremediable desde el arranque de la serie, destino esperemos se vea afectado por los pequeños detalles que alejan a este asesino en serie del maligno psicópata. ¿Cómo se ha manejado hasta ahora ésta simpatía por el diablo? Antes de reflexionar sobre ello, pongámonos la banda sonora adecuada y sabed que hay detalles menores sobre las temporadas emitidas, aunque nada spoilero que no pueda aparecer en una sinopsis, pero aviso por si las mosquis.

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